Haciendo esta batica de bebé, vienen a mi mente esos niños que nacen en el mundo sin tener alguna ropita para ponerse. Sabemos que en el mundo nacen muchos niños sin nada con que abrigarse y sufriendo las inequidades de la economía mundial en crisis, los horrores de la guerra, y las adversidades de un medio ambiente implacable.
Los niños tienen una temperatura extremadamente frágil y fácilmente pueden morir víctimas del frio, aun viviendo en temperaturas altamente elevadas, y si a esto le sumas que sus mayores no tienen los recursos necesarios para solventarles sus necesidades básicas, todo se les complica.
Y es que la pobreza y la ausencia de conciencia y compromiso sobre los derechos de los niños, ayudan a que en pleno siglo 21 esta realidad sea desgarradora, ya que se supone que vivimos una época moderna de máximo desarrollo mundial.
Según cifras de la UNICEF, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo del Banco Mundial y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la División de Población de las Naciones Unidas, en el año 2012, 18.000 niños al día murieron antes de cumplir cinco años. La atención de la madre y del recién nacido en las primeras 24 horas de vida de cualquier niño es fundamental para la salud y el bienestar de ambos. Hasta la mitad de todas las muertes de recién nacidos se producen durante su primer día de vida, inclusive muchas veces no se tiene lo suficiente para abrigar sus tiernos cuerpos.
Las vidas de la mayoría de estos niños podrían salvarse si tuvieran acceso a determinados servicios básicos de salud, tales como la atención especializada durante y después del parto, el acceso a medicamentos de bajo costo, como los antibióticos, y prácticas como el contacto piel a piel entre la madre y el recién nacido y la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y un ropaje adecuado para cubrirse.
Pero en esos factores a tener en cuenta, para llegar al nivel de desarrollo que muchos disfrutamos, no hemos considerado que si no introducimos en nuestra vida cotidiana el pleno respeto por los derechos de la infancia y disponemos de leyes, políticas y recursos, que verdaderamente garanticen que los niños crezcan, al menos, con lo necesario para una vida digna, este castillo de naipes que llamamos desarrollo y modernidad, se seguirá cayendo y cayendo. Se impone incluir como prioridad a la infancia, ya que el progreso y el desarrollo deben ser del hombre para el hombre.
Es intolerable que en las grandes ciudades sigan naciendo millones de niños con hambre, que en el medio oriente miles de niños sufran la guerra, y que en muchas partes del planeta no alcancen el primer año de edad.
Hoy en día, vergonzosamente, aun vivimos aquellos tiempos en los que al infante no se le tenía en cuenta como ser humano, esa particularidad de desprotección por su edad cronológica, aun la vivimos en muchas partes del mundo, aun se le toma como un objeto. El niño al ser cosificado, muchas veces no forma parte de sentimientos, ni muchos menos de una realidad significativa para algunos adultos. Esta situación tan desgarradora lleva con frecuencia a que, si muere, este acto sea tomado como algo normal, con la máxima indiferencia. Qué indolentes son los Estados que no los tienen en cuenta como seres que necesitan la ayuda máxima para su subsistencia.
Al tener esta conducta de indiferencia por parte de muchas autoridades mundiales encargadas de su protección, se llega al extremo de concluir que es mejor no tener conductas de apego a ellos, para no sufrir cuando sus vidas son imposibles de salvar, según ellos. Esto sucedía siglos atrás y hoy vergonzosamente sigue siendo igual. ¿Puede existir algo que sea mas apto para sacar a flote nuestros mejores sentimientos que la sonrisa de un bebé?
Pareciera que los niños de los más pobres no son niños. Algunos se formulan una intolerable pregunta: Dime en qué familia nació el niño y te diré si tiene derechos.