Cuando oí hablar por primera vez sobre el día de acción de gracias era aún muy niña. Mi abuelito, quien era historiador, me contó que en los Estados Unidos celebraban una fiesta muy importante para todos, en donde las familias se reunía y comían pavo. Recuerdo, igualmente, que me contó que el presidente de los Estados Unidos le perdonaba la vida solamente a uno de los dos pavos que eran llevados hasta la Casa Blanca. Uno era conducido a la cocina para unirse a los millones de pavos sacrificados y suculentamente preparados para las festividades, mientras que el otro era indultado para que no lo sacrificaran y no lo sirvieran en la mesa como plato principal de este grandioso día, ya que de esta manera se permitiría la continuidad de esta especie animal.
Hoy, la tradición ha cambiado, y desde el presidente Bush se le ha perdonado la vida a los dos pavos, en la más reciente celebración, el presidente Obama perdonó la vida a dos pavos, popcorn y caramel, simbolizando la importancia que para toda la Unión tienen los pavos.
De la misma manera, siendo aún niña, pensaba que esta gran fiesta se podría parecer a los carnavales, esas maravillosas fiestas que hacemos en la ciudad donde nací, Barranquilla, (Colombia). En mi ciudad celebramos todo, siempre estamos de fiesta, además de celebrar el 24 de diciembre, donde con la familia reunida cenamos y damos regalos unos a otros, al igual que le damos gracias a Dios por las cosas bellas que nos ha dado en el transcurso del año. Igualmente celebramos el 31 de diciembre, día en el que estamos reunidos en familia y al final de la noche, celebramos la llegada del nuevo año. Siempre son fiestas con mucha música, nos ponemos vestidos nuevos, saludamos a nuestros familiares y vecinos, al final nos vamos a la cama hasta pasada la madrugada.
También celebramos los carnavales, declarados por la ONU como “patrimonio intangible y cultural de la humanidad”, realmente los carnavales se realizan durante 4 días, pero los Barranquilleros tradicionalmente lo empiezan a preparar desde el mismo día siguiente que se acaba el carnaval, siendo éste un pretexto para realizar fiestas cada vez que se lo propongan. (En otra oportunidad les hablo mas sobre esta gran fiesta).
Como les contaba, de alguna manera yo pensaba que así era el Thanksgiving, esas fiestas que se celebraban en los Estados Unidos, creía que eran puro carnaval. Bueno, ahora ya entiendo que ellas no son exactamente como un carnaval , pero sí guardan esa aureola de alegría y cordialidad. No alcanzaba entonces a imaginar cómo era exactamente y qué tan importante es el día de Acción de Gracias para los ciudadanos estadounidenses y hasta para los que viven aquí, pero no son nativos de estas tierras, porque ellos también participan de este grandioso día como si hubieran nacido por estos lados. Todos nos contagiamos de la alegría de este día, la celebración se vive en cada poro de la sociedad y en cada rincón de toda la nación. Muy pocas son las tiendas y sitios públicos que abren y eso, en un país capitalista como este, es muy difícil encontrar algún lugar en donde comprar algo.
Es un día de gran regocijo, muy espiritual, se le da gracias a Dios por los parabienes de nuestra vida, y digo nuestras, porque al vivir aquí en los Estados Unidos, uno termina inmerso en sus tradiciones, igual como sucede por otros lados del mundo.
Viéndolo bien, este grandioso día de Acción de Gracias, tiene en el fondo un espíritu muy parecido a las fiestas de mi ciudad natal, ya que guarda un espíritu de regocijo, independientemente de lo que es una fiesta de carnaval, solo que nuestro plato principal no es el pavo sino otros elementos culinarios de nuestra cultura y cocina caribe.
Toda mi familia participa de este bello día, al igual que el año pasado, una familia muy allegada a uno de mis hijos nos ha invitado, esa casa permanece llena de personas ya sean familiares, amigos y vecinos. Esta es una fecha para compartir bendiciones y buenos deseos con los seres mas cercanos, siempre se reúnen en la casa del pariente de mas edad, casi siempre son los abuelitos.
Este es un día en donde el espíritu de compartir está a flor de piel, hay muchas organizaciones que ofrecen comida a los mas necesitados.
Su origen data del año 1620, cuando un grupo de 100 colonos ingleses cruzó el Atlántico para llegar a estas tierras, la que ellos llamaban el nuevo mundo, querían escapar de las creencias de la iglesia Anglicana, se instalaron en Plymouth Rock, lo que hoy es el Estado de Massachusetts. El primer invierno fue muy difícil para ellos, estaban sometidos a la diferencia cultural y a la precariedad de la época, ya que no tenían los medios suficientes para soportar un invierno e igualmente no tenían alimentos para subsistir, siendo así que muchos de ellos murieron. En la primavera siguiente les tocó, ayudados por los indios de la zona , aprender a sembrar maíz y otros alimentos, igualmente aprendieron a cazar y pescar, dando como resultado que el año siguiente sus vidas fueron mas amables, por lo que decidieron compartir esta felicidad, invitando a sus casas a los indios de la zona, quienes les enseñaron a cazar, arar la tierra y sembrar, dando así paso al nacimiento de lo que hoy es llamado el día de Acción de Gracias. Les daban gracias a Dios por haber sido ellos los que les ayudaron a tener una vida mejor, ya que sufrieron mucho por el cambio de vida.
Con el pasar de los años, esta bella costumbre fue difundiéndose a los nativos, siendo así que después de la independencia de los Estados Unidos, el Congreso recomendó que se celebrara cada año un Día de Acción de Gracias, pero no fue sino hasta 1863, al final de la guerra civil, cuando Abraham Lincoln pidiera a todos los Americanos festejar el último jueves del mes de noviembre como un día de Acción de Gracias.
Y esta fecha tan especial ha perdurado hasta nuestros días y no puedo dejar de pensar que tiene una similitud con esas fiestas que celebramos en mi bella Barranquilla. Sí, no me equivoqué cuando aun era niña, porque hoy en día cuando la vivo, me doy cuenta que hay mucha similitud, por su espiritualidad, por su alegría, porque dentro de ese regocijo hay un derroche de energía a favor del ser humano, muy parecido a los que guardan las fiestas de mi ciudad. Y es que dentro de un carnaval existe esa espiritualidad y regocijo de estar junto a esas personas que comparten nuestra vida y a quienes amamos independientemente de lo que hubiese pasado, para bien o para mal, en el trascurso de nuestra existencia.
Para esta ocación he decorado unos limpiones de ¨época¨ con encaje y seda, les he agregado cintas de seda bordadas con el rotulo de ¨Thanksgiving¨,estos bordados los he realizado con mi máquina bordadora. El corazón es diseñado con diferentes tipos de telas, y encajes, el cual tambien he querido bordarles con el mismo rotulo para darle un toque personal a la labor.