Lo dejé para mañana.
Este quilt, que hoy les presento, hecho con la técnica patchwork, lo empecé hace mucho tiempo, y mi comportamiento es el típico ejemplo de lo que se establece como una conducta de procrastinación, ya que hace mas de 4 años lo comencé y a la fecha no he logrado terminarlo aún. Todavía le faltan acabados, como el acolcharlo y darle los últimos retoques, no se qué me ha pasado con esta pieza de tela de elaboración manual. Le puse tanto empeño, tanto esfuerzo, que cuando quise terminarla ya me encontraba cansada y no me era placentero continuarla, y cada vez que quería llegar a su terminación, me costaba mucho esfuerzo, y al final la he dejado de lado. Le compré una caja y la guardé en una gaveta.
Desde un principio su elaboración me pareció muy bonita y retadora, pero ahora no entiendo el porqué me llegué a cansar, y no terminarlo. Siempre que lo miraba lo postergaba y hasta el sol de hoy, aún se encuentra en el estado que les enseño, sin terminar. O más bien será esa su real naturaleza? Una obra artesanal inacabada?
Todos los seres humanos tendemos a dejar cosas que se tienen que hacer en el ahora, para hacerlas en el mañana. Con suerte muchas cosas que hemos dejado para el mañana no nos han traído problemas, porque de cualquier forma lo hemos podido solucionar, o al dejarlas de hacer no ha sido un problema de vida o muerte. Pero qué pasa cuándo esta conducta se convierte en un comportamiento diario? Por qué dilatamos cotidianamente un determinado asunto que nos parece desagradable, pero lo tenemos que hacer?
Qué pasa cuando esta conducta es repetitiva y nos trae contratiempos, porque no somos muchas veces conscientes de que es necesario cambiar para poder llegar a la meta que nos hemos planteado. O tal vez, es que la meta establecida no es lo suficientemente consistente como para que nos lleve a realizarla, como objeto de satisfacción?
Los psicólogos definimos esta conducta como la acción de “procrastinar”. Es un complejo trastorno del comportamiento que a todos nos afecta, en mayor o menor medida, y consiste en que postergamos nuestras tareas u obligaciones de manera sistemática y al postergarlas hacemos otras que seguramente nos traen mas placer. Popularmente llamamos esta conducta como “la pereza”, ya que muchas veces nos es difícil realizar tareas en determinado tiempo y las dejamos para después, ya sea que sobrestimemos el tiempo que necesitan para poder hacer las labores, o que pensemos que mañana estaremos mas motivados para su realización, o que es posible que al estar hoy de mal humor, mañana seguramente será un buen día y se podrá realizar mejor la actividad. En fin, éstos y muchos mas argumentos conscientes nos los planteamos y nos conducirán a realizar otras actividades que nos llene de placer, de tal manera que nos mantenga distraídos y no requieran de un compromiso de nuestra parte. Estas conductas discordes regulan nuestras emociones y nos conducen al miedo y posiblemente al fracaso.
El término procrastinar se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso también son factores para posponer, como por ejemplo al no atender una llamada o una cita donde se espera llegar a una decisión. En tal sentido existen procrastinadores eventuales o crónicos.
El legendario proverbio de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, es alterado por el comportamiento crónico, cuando se afirma sin rubor: … “No dejes para hoy lo que puedes hacer mañana…” Detrás de esa frase, en caricatura, se puede encontrar el espíritu de la procrastinación
Los humanos llevamos por dentro un procrastinador indolente, quien no nos deja progresar. Muchas veces son más poderosos que otros, pero nadie diferente a uno mismo, puede vencerlo. La pena mayor para el procrastinador se patentiza cuando se aplazó una acción en relación con una persona, y ella por razones de la vida, se va para siempre.
Ser un procrastinador es vivir con ansiedad y culpa, porque el procrastinador sabe que lo que está haciendo para posponer sus responsabilidades no tiene sentido y bien podría estar ocupándose resolviendo los retos de su vida. Pero decide casi siempre tomarla suave, porque hay mucho tiempo disponible, y todo siempre podrá hacerse otro día.
Cuando el procrastinador hace una lista de tareas, se inventa actividades para justificar el aplazamiento, de manera que se llena de tareas banales para postergar y evadir las verdaderamente importantes.
Actualmente los terapeutas para superar este síndrome, sugieren diversas actividades, tales como: poner plazos a las actividades importantes; guardar recompensas para cuando se logren los objetivos; darle a cada palabra su significado; esconder el teléfono móvil; recordar refranes populares (Más vale al paso andar que correr y tropezar. A juventud ociosa, vejez trabajosa. El buen cirujano opera temprano).
Miren, parece mentira lo que les quiero narrar. Hoy es 31 de Mayo y los párrafos anteriores los inicie el 21 de Mayo. Ese día me dispuse a iniciar el tema que quería publicar en mi página. Trabajé unos minutos y llegó un momento en que me sentí mal de salud. Tenia un fuerte dolor en el abdomen, la verdad es que este mismo dolor lo había sentido varias veces hace poco tiempo. La primera vez me tomé un calmante y se me quitó el dolor y pude seguir con mis actividades. La segunda vez, como el dolor era un poco más fuerte, me tomé dos pastillas de acetaminofén, pero como viajaba a otra país para acompañar a mi marido en su labor profesional, me dije a mi misma que cuando llegáramos nuevamente a casa, iría a ver a mi médico para que me tratara esta dolencia. Pero ya verán que éstas son las cosas que uno no puede dejar para el mañana. Aquí puse de manifiesto plenamente mi conducta procrastinadora. No he debido dejar para después la consulta a mi médico primario. He tenido que hacer la evaluación médica de este problema desde el momento en que inicio.
Después que escribí los primeros párrafos de este blog, cerré mi computador porque me dolía nuevamente mi abdomen. Era un dolor algo suave, y fue subiendo en intensidad, a la hora, ya no aguantaba el intenso dolor. Me tomé ya no una, ni dos, sino tres acetaminofén, y el dolor no se me quitaba. No soportaba el intenso dolor y le dije a mi esposo que me llevara de urgencia al hospital. Esto ya no era normal, no era un dolor que posiblemente se quitara con un simple calmante. Mi esposo sabe perfectamente que cuando me quejo y le digo que algo me duele, es por que realmente es así. Mi marido dice que soy una persona que tolero grandes niveles de dolor, y me dice que igualmente eso se debe a los genes de mis antepasados, negros africanos, fuertes y valientes.
Cuando le dije que me llevara al hospital, él no lo dudó, y a los pocos minutos ya nos encontramos en el centro de salud, que gracias a mi Dios es un muy buen lugar con excelentes niveles de atención en salud. El médico que me examinó, inmediatamente diagnóstico que era mi vesícula biliar, que tenía cálculos y estaba muy inflamada. Tenían que hacerme una ecografía para determinar exactamente en qué estado se encontraba. Bueno, sin llevarlos a los detalles de la situación, el hecho es que a las dos hora de haberme hecho las placas y pruebas, ya me encontraba en la sala de cirugía, en donde me intervinieron y me extrajeron la vesícula, ese órgano que los humanos solo tenemos uno. Se encontraba inflamada y con muchos cálculos. Fue extraída con la técnica de laparoscopia, una técnica que permite operaciones poco invasivas, en la que mediante pequeñas incisiones en la pared de la zona abdominal se realiza la cirugía.
Así las cosas, hoy les escribo terminando esta página, ahora sin vesícula biliar que procese mis grasas, y víctima de una conducta evidente de procrastinación. Será un buen ejemplo? O tal vez es justamente un mal ejemplo.
No me considero una persona perfeccionista, aunque no me gusta llegar a una cita tarde, me gusta pagar mis cuentas antes de que se venzan, me gusta planear mis vacaciones con anterioridad, en fin, si hay un rango de uno a diez para medir el grado de perfeccionismo creo que estoy entre el 7 y el 8. Siempre me gusta terminar lo que empiezo aunque me demore, aunque tenga que iniciarlo nuevamente, muchas veces no miro el tiempo a sabiendas que es uno de los límites planteados en cualquier proyecto o en la vida misma. Pero esta vez no fui consciente que el tiempo en los problemas de salud es lo mas importante. No fui consciente de la urgencia de ir a un especialista en salud y tratar cuanto antes mi problema.
Si este quilt que hoy les enseño, no se termina, o si no termino mi página, nadie se va a morir. Pero si no tomo en cuenta que mi salud es lo mas importante, lo demás no tendrá valor.
En este caso me ha motivado mas el placer, y he dejado de lado las obligaciones que tengo conmigo misma que es velar por mi salud. No he debido posponer mi cita médica, esto deja como único aprendizaje que el dejar para después cualquier tarea o responsabilidad, nos traerá mas problemas del que nos podemos plantear, lo que me lleva a recapacitar que lo único que combate el aplazamiento es la acción, la concentración y el autocontrol.
Bueno, es increíble que escribiendo este tema me hubiera sucedido este ejemplo de vida, pero aquí les dejo este artículo, para que miremos cuáles son nuestras prioridades, si queremos seguir viviendo y ser felices en lo que nos resta de vida.
Yo quiero seguir escribiendo estas páginas para compartirlas con mis amigos y lectores. Les propongo un pacto. Yo no volveré a posponer mi atención médica para conservar mi salud y seguir haciendo mi arte manual y escribiendo para ustedes, y ustedes se comprometen a no aplazar la lectura mensual de mi blog. Pero lo que es mas importante, vamos a no dejar nada para mañana, hoy es el único tiempo realmente disponible. Vamos a abandonar la sombra del miedo, para enfrentar con alegría el presente y el porvenir.
Mayo 31 de 2015.