Mis buenos maestros , los mejores recuerdos.
Cuando era niña tuve la fortuna de tener buenos maestros. Ya adulta tuve profesores buenos y malos. Estas dos clases de educadores, que seguramente mucho de ustedes tuvieron o tienen, son la realidad de la vida en las aulas de clase. Los hay muy buenos, esos que realmente se preocupan por el aprendizaje del alumno, esos que te enseñan a que aprendas a aprender, esos que son modelo a través de sus actos, esos que tienen en cuenta la individualidad del ser humano, esos que entienden que su profesión es una vocación.
Pero también, a través de mi vida académica, he contado con otra clase de docentes, aquellos que lo único que les importaba era que cada estudiante tuviese una actitud lo suficientemente dúctil para facilitar la actividad del profesor, que esa actitud fuera lo suficientemente amplia como para que ellos no tuvieran el mínimo problema en el desarrollo de su labor.
Cuando se es pequeña y uno tiene la suerte de encontrar un profesor entregado a sus alumnos, que fuese capaz de entender la individualidad de cada cual, es cuando uno empieza a desarrollar esas capacidades que tenemos todos de aprender a aprender. Sí, ese proceso pedagógico que inicia desde temprana edad, en la que desarrollamos tales habilidades, aptitudes y actitudes para poder llegar a optimizar las formas y maneras propias del aprender, las cuales nos conducen a la adquisición y solución de muchos otros procesos que nos permiten tener conocimientos, que nos califican como personas únicas, creativas, reflexivas y críticas. Todas esas conductas que perdurarán en nuestra vida y que a futuro las utilizaremos para beneficio propio y para los que nos rodean.
Desafortunadamente, el objetivo primordial de muchas instituciones académicas y de profesores, se basa únicamente en preparar personas que sean útiles en ciertas áreas académicas, pero no en forjar su personalidad, no en llegar a cultivar en los niños y jóvenes esas conductas que permiten integrarse en una sociedad, y en ayudarlos a que piensen y confíen en ellos mismos. En el proceso docente, muchas veces, no se estimula la capacidad de asombro, ni se educa para sacarle el mayor y mejor provecho a nuestras neuronas, como tampoco se nos prepara para enfrentar la vida real, administrando el éxito y el fracaso. Y no hablemos de la ausencia de estímulo a la creatividad.
Se hace cada día mas necesario que las personas que imparten o desarrollan esos procesos educativos sean conscientes de que su principal objetivo es encaminar a los niños y jóvenes hacia una vida feliz, más allá del algebra y la trigonometría. Que entiendan que su función pedagógica es orientar e inculcar valores, comprender que lo que se imparte en una aula de clase tiene un propósito en la vida y para la vida, que los alumnos no son robots llenos de información. Los docentes deben ser mas sensibles en determinar las capacidades de cada cual, para así lograr un excelente rendimiento académico.
También tuve profesores que nunca entendieron cómo debe ser la relación entre el maestro y el alumno, esa relación no fue lo suficientemente buena como para que se llegaran a ampliar los horizontes académicos. Igualmente no tuvieron en cuenta que su principal inspiración debería de haber sido la formación de la personalidad a través de sus propias cualidades humanas. No entendieron que cuando se alberga esa gran pasión por la verdad, se debe encaminar a esa búsqueda de forma natural y no con acosos académicos.
Qué pasa cuando el docente, en vez de impartir una educación física y moral se convierte en un acosador académico, ya que no alcanza en sus alumnos las metas propuestas en su trabajo educativo. Hoy en día se habla del “bullying”, como concepto referido a la presión, amenaza o uso de la fuerza indebida, existente entre alumnos. Esa forma de maltrato psicológico, verbal o físico, producido entre estudiantes, como práctica reiterada a lo largo de un tiempo determinado y que, muchas veces, tiene consecuencias desastrosas.
Parece inverosímil, pero hay igualmente una forma de acoso escolar de profesores a alumnos. El bullying docente, que ha existido y aún existe, y que desafortunadamente, mientras no se interiorice lo que significa la misión de educar, existirá. Y seguirá existiendo siempre de forma disfrazada, como expresión de poder y de falsa autoridad. Este es un problema que persiste hoy en las aulas de clase, generado por esos profesores sin ética pedagógica, ni moral, inconscientes de lo que significa su profesión.
Muchos profesores que aplican el bullying con sus alumnos, son guiados por el miedo o inseguridad en si mismo, ya que temen perder el poder en sus aulas de clase, lo que los lleva a ser lo mas rigurosos en aplicar su autoridad, llegando muchas veces a sentir que tienen toda la razón en su hostigamiento y lo justifican. Los docentes acosadores temen llegar al fracaso en el desarrollo de su profesión, son incapaces de conceptualizar sus limitaciones y buscan a otro -el estudiante- para satisfacer sus necesidades. En fin, son personas frustradas, maltratadoras, que necesitan urgentemente más instrucción y una formación mas objetiva sobre su misión pedagógica.
El bullying, entre alumnos muchas veces se establece entre dos estudiantes de una misma condición. Ambos son alumnos y muchas veces tienen la misma edad, se conocen desde antes, y pueden saber cómo es el uno y el otro; hasta se llega a conocer igualmente cómo es el núcleo familiar de cada uno. Pero el caso del bullying docente, entre profesor y alumno, es muy diferente ya que ambos difieren en cuanto a su poder y fuerza. El poder es totalmente del profesor y es él quien decide. Es él quien determina como serán las cosas. Si el bullying entre alumnos es un grave problema, en el caso del bullying docente entre el profesor y alumno, es de una mayor y especial gravedad, ya que no existe la ética de su profesión y el estudiante prácticamente es sometido a un estado de indefensión.
Con frecuencia el bullying docente se realiza a través de un acoso expresado mediante la palabra frecuente del profesor. El desprecio, el trato desigual, la burla, la humillación, el regaño y el silencio del estudiante acosado. En ocasiones a la palabra, se suman los hechos, como la discriminación y el menosprecio. Adicionalmente a la problemática propia del acoso docente, esta presión indebida se escenifica en el sagrado lugar donde se desarrolla la enseñanza, el aprendizaje, el lugar donde el respeto de todos los que allí se albergan, debe ser el mas sublime para poder así alcanzar el máximo aprendizaje, con bondad, ética y moral. Y lo que es peor, es que los docentes acosadores, con estas conductas anómalas se convierten en un modelo para que, sus propios alumnos, apliquen esta misma conducta con sus compañeros de clase, agravando aún mas esta problemática académica, en un infernal círculo vicioso.
Pero bueno, en el transcurso de mi vida académica he tenido excelentes profesores, en especial en mi etapa universitaria. Ellos pusieron una huella indeleble en mi formación personal y profesional, marcando mi vida para siempre. Esos buenos profesores, demostraron que la experiencia es una de las bases para el desarrollo de una buena docencia, demostraron que ser docente es mas que un trabajo, me atrevería a decir que en esas vivencias percibí que el ser docente es un estilo de vida, que implicaba una enorme responsabilidad.
Esos excelentes e inolvidables profesores mantuvieron siempre una mente abierta ante todo lo que sucedió a nuestro alrededor. Vi con claridad que su responsabilidad no era solamente impartir conocimientos académicos, sino que igualmente eran elementos esenciales para el desarrollo de la personalidad de todos, ellos encarnaban un modelo, a la manera de un espejo en donde mirábamos nuestro futuro.
Hoy quiero rendirle un homenaje a esos queridos profesores que aun guardo en mi mente como bello recuerdo de aprendizaje, paciencia, actitud positiva, dedicación, flexibilidad, compasión, empatía. En fin, podría escribir infinidad de palabra para describirlos y agradecerles que mi vida haya sido marcada por esa loable profesión, que mas allá de lo cotidiano es un verdadero apostolado.
Miami, Junio de 2015.