Me apasiona experimentar con diferentes técnicas en las artes plásticas. En la búsqueda me he encontrado con una maravillosa experiencia, la acuarela.
En esta técnica pictórica, para plasmar lo que se quiere pintar se utiliza un papel especial, capaz de absorber el agua con que se trabajan los pigmentos. La acuarela funciona con la fluidez de los pigmentos o pinturas disueltas en el agua, que al secarse quedan fijos en el papel, por lo que se hace necesario ubicar el papel adecuado para esta técnica, ya que el tipo de papel también incide en el resultado del trabajo. Los artistas suelen elegir el papel de acuerdo con la textura y la tensión, teniendo en cuenta su plan de trabajo.
Cabe destacarse que los colores empleados al encontrarse diluidos en agua resultan ser mayormente transparentes, siendo ésta la característica más distintiva de este procedimiento artístico. Incluso, al ser tan traslúcidos, es posible ver el fondo blanco en el cual han sido plasmados, el que también termina actuando en la escena como otra tonalidad.
Las pinturas de la acuarela se realizan con diferentes pigmentos que se aglutinan, por lo general, con goma arábiga. El agua es un componente muy importante en esta técnica ya que, de acuerdo con la cantidad utilizada, se obtienen colores más o menos transparentes.
La goma arábiga es una sustancia pegajosa y amorfa que producen determinadas plantas y que al entrar en contacto con el aire se torna dura. Si bien no es soluble en alcohol, sí lo es en agua, y se usa como espesante en las industrias farmacéutica y gastronómica.
La acuarela se basa en los lavados que el artista aplica. Con un trapo, una esponja o un pincel, es posible aportar o eliminar agua, logrando mayor o menor transparencia. En ocasiones, se busca una gran transparencia de la pintura para que el papel aporte la luminosidad. El sol es contraproducente, ya que hace palidecer la obra.
Las investigaciones sobre esta técnica han determinado que ella surgió un siglo antes de Cristo y fue en la China, con el descubrimiento del papel, en donde se desarrolló esta técnica de aguada. Luego en Europa, a través de los años, aparecieron los principales pioneros, como Alberto Durero y Raffaello Santi.
Se cree que trabajar con acuarela ayuda a ser exacto con lo que se pretende pintar, ya que esta técnica no acepta errores, como sí sucede con el óleo y el acrílico, en donde se puede pintar encima de lo que se ha hecho para enmendar el error. En acuarela se trabaja de claro a oscuro, superponiendo capas sin exceder la pintura ni las pinceladas.
Trabajar con ella, al principio, parece ser algo difícil, pero si se aprenden las diferentes técnicas su realización se hará más agradable, por lo que es aconsejable relajarse y dejarse llevar por la imaginación, para así disfrutar de esta maravillosa técnica, e ir creando paso a paso lo que se quiere pintar, por lo que es bueno no pretender hacer una gran obra desde un comienzo, sino practicar y practicar hasta alcanzar el éxito de lo que se quiere hacer, lo que conlleva armarse de paciencia y creen en uno mismo.
Al dominar la técnica, se controlará la fluidez y la cantidad necesaria de pintura que se necesita para obtener las formas y la cantidad de luz, esa luz radiante y potente de la obra que se pretende pintar
Para el aprendizaje de esta técnica hay numerosas prácticas, como las planillas, que ayudan a obtener esa habilidad manual fina necesaria, que ayuda a entender y aplicar lo justo y necesario para trabajar en acuarela, teniendo en cuenta que su principal medio es el agua y ella, al principio, no es fácilmente manipulable, ya que se corre y se hace difícil de dominar. Hay que trabajar muchas veces las planillas, hasta alcanzar un máximo de aceptación.
Cuando se está iniciando en la acuarela, uno pareciera que le dijera al agua: “por favor quédate quieta, te estás ubicando en donde no quiero que estés…”, y esto es muy normal, porque uno aún no domina la técnica, no se sabe controlar la fluidez. Esta situación se da con más frecuencia, cuando no se ha entendido la importancia de escoger el papel adecuado, ya que en éste se encuentra su capacidad de secado, de acuerdo con su textura y gramaje, para que la pintura quede fijada y se pueda trabajar adecuadamente.
Es importante tener en cuenta que con la acuarela es difícil trabajar en grandes formatos, debido precisamente a sus materiales, en especial al papel, ya que es conveniente trabajarlo después de su absorción y secado, para ir adicionado las diferentes capas necesarias en la pintura. Estas pigmentaciones funcionan como transparencias, por lo cual es conveniente ir añadiendo capas hasta obtener el color deseado. Igualmente, es importante que, al adicionar las diferentes capas, se prevenga que la obra se agriete y se agujeree cuando se está pintando; como también se debe proteger la pieza de la presencia de luz intensa, ya que se decolora, y termina siendo como si fuera una obra de arte inconclusa, o una obra diferente a la que se quiere.
Hoy les presento una de mis recientes experiencias en acuarela, en donde siento que hay vida, lograda con agua, colores y papel.
Pero, muy a pesar de las dificultades, pintar con acuarela es una técnica bella, que te permite observar tu obra ya concluida, contemplándola con mucha satisfacción. Seguramente te sentirá muy realizado, al ver que has sido capaz de practicar las diferentes técnicas pictóricas, y de demostrarte que siempre puedes hacer lo que te propones.
Una de las maravillas de la acuarela es, presenciar la forma como el agua puede sembrarse en el papel y germinar en colores vivos, para cristalizarse por siempre, en frutos deliciosos para alimentar nuestro espíritu.
Bogotá, D.C., mayo de 2017.