Hay decisiones que cambian nuestra vida por siempre. El día que compramos un pasaje de avión para viajar a otro país sin fecha de regreso, es una de ellas.
Independientemente de si la decisión de emigrar fue voluntaria como parte de un sueño que comienza a realizarse, o fue forzada por las circunstancias de la vida, vivir en otro país, desde el mismo comienzo no es nada fácil, pero implica un excitante desafío.
De entrada y para comenzar, has tenido que meter casi todas tus pertenencia prácticamente en tan solo dos maletas o quizás en tres, si viajas en la clase mas costosa. Cuando ves que todos tus haberes materiales quedan resumidos en esas maletas, es cuando dudas y te llegas a preguntar si lo que haces estará bien para tu futuro y si será esta tu mejor decisión.
Cuando ya terminas todo el proceso migratorio y el aduanero, tomas tus maletas y sales a la calle, te das cuenta que no estás en un viaje de turismo, que no hay boleto de regreso a la vista y no puedes evitar una ligera opresión en el alma. En ese momento te reconforta el saber que tú así lo haz decidido y le pides al altísimo que te acompañe en el desconocido camino que comienzas a recorrer.
Vivir en otro país significa dejar atrás nuestra casa y construir una nueva. Lo que dejamos será objeto de otro post. Ahora quiero referirme solamente a lo que enfrentamos. Y lo que tenemos en frente es una cultura diferente y nuevos retos y oportunidades. Sorpresas e incertidumbres.
Cuando te encuentras en un lugar que alberga costumbres diferentes a las tuyas, si quieres o necesitas quedarte un tiempo en él, tendrás que asumirlas cuanto antes. Deberás asimilar esa nueva cultura tan pronto te sea posible, porque de otra manera perderás. Tienes que tener tu mente abierta para llegar a entender, cuanto antes, lo que sus habitantes de forma simbólica o directa te quieren transmitir. Tienes que observar todo lo que puedes hacer o decir. Conocer los comportamientos que se consideran amables y los rechazados. Es necesario guardar en una cajita esa manera muy propia de pensar y actuar, esas creencias que no coinciden con las del lugar donde ahora habitas, ya que ellas quizás te limitarán, en un lugar en donde no las puedes poner en práctica. Recuerda lo que sabiamente repetía la abuelita: donde fueres, haz lo que vieres.
Si quieres ser feliz en el nuevo lugar de residencia, necesariamente tienes que entender que hay una cultura propia en ese país, que muy probablemente no es la misma tuya. Conviene dejar de quejarte por lo que no te gusta, o lo que te parece inadecuado, es mejor renunciar a juzgar esas nuevas costumbres y valores que tal vez son nuevos para ti. No olvides nunca que es otra cultura, diferente a la tuya, que estaba antes que tu llegaras. En tanto mas pronto te entregues, sin remilgos, a esa nueva realidad, mas pronto se te abrirán las puertas del éxito. Cierra los ojos, despójate de todas las maletas que aún te acompañan y confía en que esa nueva cultura también tiene su sabor propio, déjate llevar por la corriente y ese río te llevará a buen puerto.
Si te resistes, si quieres seguir como si nada hubiese cambiado en tu vida, el peso de las maletas te hundirán en el fondo del agua, y te ahogarás en el mismo sitio en donde llegaste, sin avanzar nada y sin siquiera haber avizorado el puerto de llegada.
Si no lo haces posiblemente te sentirás triste y deprimido. Parece muy duro y difícil, pareciera que tuvieras que cambiar toda tu vida. No es así, pero tienes que tener una perspectiva de vida diferente. No juzgues las costumbres ni las personas del país que te recibe. Recuerda que ellos simplemente son diferentes y no olvides que, en suma, todos somos diferentes, y todos queremos ser felices. De cierta manera, mientras aceptas las nuevas costumbres y visiones de la vida, estás ayudando a preservar las tuyas, sin renunciar a ellas.
El mundo en su sabiduría, ha perpetuado por siglos costumbres propias de la gente en cada región. Recuerdo una amiga que siguió comiendo únicamente los alimentos típicos de su ciudad, al cabo de los meses, estaba flaca y enferma. Su recuperación fue tan simple como rápida, cuando acepto ingerir los alimentos tradicionales propios de su nueva ciudad.
A pesar de que habiendo emigrado, tienes que cambiar muchas cosas de tu vida y de tus conductas, hay algo bueno que nunca debes de dejar de lado, es ser siempre tu la misma persona, muy auténtica. Siendo uno mismo, te ayudará a integrarte con mayor facilidad en la nueva comunidad. Si no lo haces, te confundirás mucho más. Nunca intentes ser alguien que no eres, solamente para que los demás te acepten. Acéptate tal y como eres, y así podrás entender con naturalidad a los demás. Con mayor razón si vives en un lugar diferente al tuyo, en el que creciste y desarrollaste tu vida. Si te aceptas, ante situaciones nuevas caminarás fácilmente al lado de los locales y correrás a entenderlos con facilidad, llegando así a integrarte mas pronto de lo que habías pensado y alcanzarás fácilmente a asimilar su manera de pensar y actuar.
Uno de los problemas que enfrentamos al llegar a un país diferente al nuestro, es no llegar a entender su cultura, y si para colmo ese país tiene un idioma diferente al tuyo, las cosas se complican. Obligatoriamente tendrás que aprender el nuevo idioma, si no lo haces se podría decir que eres un turista mas. Cuando no hay comunicación, no hay nada, no hay acceso a la nueva cultura, y se convierte en el camino mas fácil para el fracaso o las frustraciones.
Al comienzo te enfrentas obligatoriamente con nuevos retos que no serás capaz de alcanzar si no tienes la mente abierta al cambio. No sientas miedo de asimilar los cambios, si le temes no crecerás como persona, no evolucionarás, permanecerás anquilosado y así será todo el tiempo que perdures en evadir el cambio.
Si al llegar, desde el mismo comienzo, se le abren las puertas a los cambios, seguramente crecerás como persona, y todo lo que encuentres diferente a lo tuyo te sorprenderá para bien. Llegarás a aprender muchas cosas, y con el tiempo lo mas probable es que llegues a identificarte con manifestaciones de la nueva cultura. Estarás siempre dispuesto a conocer nuevos lugares y costumbres, nuevas formas de actuar, nuevas formas de cocinar, nuevas formas de pensar, en fin, todas esas manifestaciones que hacen a los nuevos vecinos diferentes a ti y probablemente, con el tiempo, formarás parte de ellas.
Muchas veces, algunos se ven obligados a salir de su país natal. Esta circunstancia nos ayudará a que tengamos una actitud diferente, porque no tenemos otra opción distinta a permanecer en la tierra ajena. Forzosamente nos damos cuenta que lo mejor es adaptarnos, cuanto antes, para llegar a ser parte de su comunidad, evolucionaremos y alcanzaremos una conducta mas relajada para llegar a asimilar la nueva realidad que es diferente a la tuya.
He tenido la experiencia de vivir en un país con una cultura totalmente diferente a la mía, y me he visto obligada a participar en ella actuando de forma serena. Aprendí con facilidad que si no asimilaba la nueva cultura, era mejor regresar a mi país. Hoy recuerdo, con mucho amor, esos años en que aprendí a comer platos típicos que, confieso, al principio no me agradaban ya que eran sabores muy extraños a mi paladar. Recuerdo con mucho afecto aquellos momentos en que tomaba un transporte público o mi carro, y me dedicaba sin prisa ni rumbo a conocer la ciudad. Aprendí a hacer sus manualidades, conocí su artesanía. Entendí el porqué piensan de manera diferente a la mía. Conocí su historia, sus mitos, sus héroes, sus tragedias. Participé de sus fiestas nacionales, como si fuera nacida en esos lados. En fin, me integré lo más que pude, fue un agradable aprendizaje que ha dejado en mi una indeleble marca de vida. Aún vibro con los olores y sabores que un día me eran ajenos y extraños.
Hoy me encuentro nuevamente en el extranjero, viviendo en un lugar en donde, gracias a la globalización, no tengo que hacer mucho esfuerzo para integrarme a su cultura. A veces pareciera que mi cultura es parte de la de aquí, al tiempo que la de aquí me es muy familiar.
En el sur de la Florida, nada me es raro a pesar de que vivimos muchas personas de diferentes países. Esa sensación de tener que empezar de cero aquí nunca me ha retado, porque pareciera que todos provenimos de una misma región. Efectivamente, casi todos en su mayoría somos latinos y pareciera que los latinos tuviéramos una misma cultura. Aquí, si alguien no habla el idioma oficial del país, aparentemente no importa. Cuando voy a mi país natal, no alcanzo a ver muchas diferencias, pareciera que siguiera en el mismo lugar.
Pero muy a pesar de que pareciera que estuviera en una región de mi país natal, sí soy consciente de que realmente no lo estoy. Esa realidad me ha ayudado a que me enfrente con nuevos desafíos, que me han llevado a descubrir facetas de mi vida que no sabia que existían, he ampliado mis perspectivas vitales, me he planteado nuevos retos y metas, las que si estuviera en mi país probablemente no hubieran existido.
Naturalmente, también he tenidos momentos de incertidumbre, pero igualmente ellos me han ayudado a ver las situaciones de otra manera, sorprendiéndome cada día mas.
El vivir fuera de tu país, aunque implica un gran esfuerzo para alcanzar la felicidad, también te deja muchos resultados favorables. Aprenderás que es imprescindible mantener una mente abierta para aceptar los cambios. Vivirás una vida con base en la culturas de otros. Si tu conducta es aceptar y respetar a los demás, tendrás un camino menos difícil ya que te engrandecerán como símbolo de maduración, de amor a ti mismo, de aceptación hacia los demás, de aprender a ponerte en el lugar del otro. Comenzarás a entender las diferencias que existen entre los seres humanos. Igualmente aprendes a desprenderte de lo que no es útil, de lo que no necesitas en tus maletas. Alcanzarás a ver con claridad que muchas cosas son solamente de paso, incluyendo las que valoras como el bien mas preciado. Verás lo afortunado que eres al conocer personas y lugares diferentes a los tuyos, y los guardarás en tu mente como el mas importante recuerdo que haz disfrutado y que te ha dejado grandes enseñanzas.
Para este post he hecho un trabajo totalmente manual, con la técnica de yo-yos, alusiva a un grupo de círculos que se entrelazan en armonía, de manera que nuestro pequeño personaje queda por fuera colgando de un hilo. De él dependerá si se integra al conjunto o se queda por fuera, con el mismo reto que enfrenta el forastero en tierra ajena.
El privilegio de vivir otros universos diferentes a tu tierra natal, es una maravillosa experiencia, que se podrá plasmar en una fotografía sobre piedra, que tu puedes tallar a tu manera como prueba de felicidad. Acepta este desafío. Al final del camino, te llevarás únicamente todo lo que haz disfrutado en este mundo.
Miami, Florida, julio de 2015.