Mi abuelita Sara cumple años el próximo mes de junio. Creo que ella hubiera deseado haber nacido unos días antes, el 20 de mayo, pero nadie le preguntó, y nació cuando así lo dispuso la madre naturaleza.
Cada 20 de mayo, por disposición de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se celebra el día mundial de las abejas. Mamá Sara, como la llamamos cariñosamente, hubiese querido celebrar su cumpleaños, el mismo día en que en todo el mundo se le rinde homenaje a las abejas, su alma apicultora lleva un amor infinitamente incondicional a las abejas.
Conociendo el drama de supervivencia que hoy sufren las abejas a lo largo y ancho del planeta, ella, seguramente quisiera que las abejas polinizaran la mente y el corazón de cada ser humano, para que entiendan lo importante que son para el mundo, ya que no se ha alcanzado a entender lo importante que son para el bienestar y la supervivencia de la humanidad.
En la historia universal encontramos poderosas civilizaciones que se han extinguido. Tal desaparición nos genera muchos interrogantes que conllevan estudios científicos en la búsqueda de las causas que generaron esas tragedias. Los expertos en esos estudios promueven investigaciones e hipótesis, intentando explicarse el porqué desaparecen realidades maravillosas que hoy ya no existen.
No quiero ser una persona pesimista o catastrófica, nunca lo he sido, pero como hoy veo la situación de las abejas, mucho me temo que sucederá lo mismo que aconteció con esas grandes civilizaciones hoy perdidas. Se extinguieron los dinosaurios, y continúan desapareciendo especies endémicas. Si no nos ponemos en la tarea y no incluimos este tema en el orden del día, para que las abejas no se extingan, pronto su desaparición será una realidad.
Observando el detalle del mundo apícola, podemos pensar que se trata de toda una verdadera civilización. Las abejas son las auténticas arquitectas del mundo, su panal es la perfección humilde de la razón e inteligencia de la naturaleza, ya que sus panales son las estructuras mejor diseñadas, sólidas y útiles. Dentro de ellas, viven en colonias como si fuera una ciudad, en donde hay mas de 60.000 obreras, mas de 1.000 zánganos y una reina. Es una firme estructura jerarquizada, donde cada cual hace lo que le corresponde, y -no dudo- que esa armonía les produce felicidad.
Que bueno que en estos tiempos de pandemia por el Coronavirus las noticias también se centran en mostrarnos otros seres vivos que existen en la tierra y que salen desprevenidamente a los desocupados centros urbanos. Muchos mueren casi por la depredación humana, como hoy sucede con las abejas.
En estos días he visto, desde mi lugar de residencia, muchas abejas muertas, y me preguntaba el porqué de esta situación, si por estos lados de la ciudad no se fumiga con líquidos químicos tóxicos que usan en las grandes plantaciones para ayudar a su floración, razón por lo cual las abejas han sido forzadas a enmigrar hacia las grandes ciudades.
Las abejas son imprescindibles en nuestro mundo: las necesitamos para poder producir y mantener los ecosistemas que nos rodean. Sin ellas el impacto sería devastador.
Cien de las especies vegetales, que proporcionan el 90% de los alimentos que consumimos, setenta y una son polinizadas por las abejas. Porque con la pérdida de estos insectos, también perderíamos billones en producción, lo que impediría la alimentación de millones de personas. Por otro lado, también observaríamos una pérdida drástica de biodiversidad. Esto se debe a que, precisamente, las abejas son responsables de permitir la continuidad en cientos o miles de especies naturales.
La pérdida masiva de colonias de abejas ha afectado a diversos países. El fenómeno ha sido tan importante que ha levantado la alarma de entomólogos, biólogos, ecólogos y otros profesionales preocupados por la biodiversidad. Algo le está pasando a las abejas.
Según un reciente estudio, uno de los protagonistas de este fenómeno es un insecticida conocido como neonicotinoides. Por supuesto, nadie aplica estos insecticidas con intención de matar a las abejas. Sin embargo, por su aplicación, estos pequeños animales se ven contaminados al libar las flores. Los neonicotinoides son sustancias sistémicas que se extienden por toda la planta y permanecen en ella muchísimo tiempo. Entonces, la protección intencionada que se aplica a tallos y hojas, llega a las flores, donde, a pesar de que pase un periodo prolongado, terminan por afectar a las abejas.
Al no encontrar en su habitat natural un ambiente adecuado para su supervivencia, las abejas migran hacia los centros urbanos. Se supone que en las ciudades no se hacen esta clase de fumigaciones, pero hoy veo camiones grandes cargados de líquidos químicos y desinfectantes que están fumigando las zonas públicas en las ciudades, para desintegrar el Coronavirus.
Que pena que los lideres de las grandes ciudades no tengan en cuenta este drama que afecta el bien común del ser humano. Deberían pensar igualmente en las abejas y en otros animales que ayudan a nuestra supervivencia en un ambiente sano, como las mariposas y los pajaritos entre otros, desafortunadamente no tienen en cuenta que el hombre igualmente dependen de ellos.
Resultando así una inmensa masacre de millones de abejas, causando un problema de consecuencias incalculables, sumándose igualmente la indiferencia ante semejante situación, olvidando que se hace necesario tener acciones que ayuden a protegerlas, como utilizar pesticidas inofensivos, o cultivar plantas con flores que ayuden a su supervivencia, ya que ahora se encuentran en centros urbanos, ayudando a las nuevas generaciones para que se concienticen de la importancia de estos insectos para la humanidad, ya que la gran mayoría de las plantas necesitan de su polinización.
Que bueno sería que nuestros gobernantes fueran lideres en hacer entender lo importante que es salvar nuestro medio ambiente, empezando, por ejemplo, a promover la pedagogía para entender que las abejas tiene una función importante en nuestra diversificación y seguridad alimentaria.
Sabías que: Las abejas polinizan mas de 170.000 especias diferentes de plantas.
Que un tercio de cada cucharada de miel depende de la polinización. Que una abeja melífera produce una doceava parte de una cucharada de miel en su vida. Que para producir un kilo de miel una abeja debería recorrer una distancia equivalente a darle la vuelta al mundo cuatro veces. Que nunca hibernan, siempre están trabajando, y que en invierno se mantienen juntas para calentarse unas a las otras. En fin, ellas mantienen ciertas características que las hacen especiales, en comparación con otros seres vivos que son racionales.
Produce mucha tristeza ver que aún como seres vivos racionales, no hemos entendido que lo que nosotros utilizamos de la naturaleza es prestado, por lo que se hace necesario devolverlo en su perfecto estado. Porque si ella está mal, el hombre también lo estará, ya que es la fuente de recursos para nuestra supervivencia.
Para este post les presento cuatro pinturas hechas en acuarela, elaboradas mientras no dejaba de pensar en el destino de nuestras amadas abejas.
Al contemplar una abejita que, ya sin fuerzas, descansa en mi ventana, recuerdo que una de mis tías me insistió y repitió que mi abuelita Sara dice que tiene 98 años, pero según su documento de identificación, nació en el año 1923, total, ella siempre dice la última palabra, así son las abejas reina. Mi abuelita Sara realmente nació el día que ella quiera, el 20 de junio día mundial de las abejas.
Bogotá D.C., mayo 31 de 2020.